domingo, 19 de mayo de 2013

Poner la otra mejilla

Podría parecer tras leer esta entrada que soy un poco burro. Y la verdad, supongo que así es, no nos vamos a engañar. Podría pensarse que soy rencoroso y cosas peores, y lo más probable es que en el fondo así sea. A mi me han educado para poner buena cara siempre. Siempre me han dicho que no hay que meterse en líos, que no hay que dar lugar a que hablen de ti. Que es mejor pasar desapercibido y nunca meterte en problemas. 
Incluso diría que he sido educado en esa mierda de poner la otra mejilla. Y la verdad, no digo que esa filosofía no esté bien. Esa filosofía es para gente buena supongo. Gente de buen corazón, gente que sabe perdonar siempre. Y admiro, de verdad admiro, a la gente capaz de olvidar, perdonar y poner la otra mejilla. Ojalá fuese yo así.
Pero lo cierto es que si me metes una hostia en la mejilla no voy a poner la otra. Es más probable que recibas dos en respuesta. Y no es cuestión de ser violento eh!, hablamos metafóricamente. Es cuestión de que hay gente que te hace daño y tienes que elegir, si perdonar o no hacerlo.

Creo que hay dos tipos de personas que hacen daño, las que lo hacen sin querer, y las que lo hacen queriendo. Las primeras siempre merecen el perdón y la segunda oportunidad. Las segundas para mi no merecen nada. El que hace daño intencionadamente, el que va a joderte sin más, bien por envidia, bien porque simplemente es mala gente, a ese no le perdono. Sé que Jesús que parecía buen tío decía todo eso y era supermajo. Pero no, no me entra muy bien a mi eso en la cabeza. Hay gente mala, gente envidiosa, gente cotilla, gente tóxica que no te aportan nada, en todo caso dolores de cabeza. A esa gente no pienso mirarle con una sonrisa, no pienso poner cara de no pasa nada, no quiero hacer eso porque sería traicionarme a mi mismo. No pienso poner la otra mejilla, porque vomitaría solo de pensar en ello.

Esa actitud hace que haya gente que ni me saluda. Gente a la que no saludo. Gente a la que no le hablo pese a tenerla a medio metro de mi. Familiares, amigos, compañeros de curro... hay de todo, pero es que paso de sonreír a gente que no me aporta nada, sino que me resta, me resta energía y felicidad. Esa gente es mejor ignorarla, echarla de tú vida. Hay que quedarse solo con la gente buena, la que vale la pena. A los demás imbéciles es mejor apartarlos para siempre. 
Y no es que sea rencoroso. Pero si eres idiota y solo vas a joderme, ¿que se supone que debo hacer? ¿que alternativa me dejas?

Y todo esto se puede extrapolar más allá de las relaciones humanas. Lo podemos ver con la política. Rajoy nos da hostias una y otra vez y nosotros ponemos la otra mejilla. Tal vez si le devolviésemos la hostia, si le partiéramos la cara (metafóricamente claro) (o no), tal vez así nos respetase.

En fin, no me enrrollo más, que no soy falso. No sonrío si no me apetece. No te río las gracias si me pareces imbécil. No te sigo el juego si eres un cabrón. No te hablo si hablas de mi a mis espaldas. Ten huevos y puede que entonces te ganes mi respeto. Y así tengo pocos amigos, pero los que tengo me quieren de verdad. Y eso es algo que he aprendido en los últimos tiempos. Y admiro a la gente que te dice a la cara lo que piensa de ti y no a la espalda como hacemos casi todos. Y esta es mi mierda-entrada de hoy, la cual no creo que pueda interesar a nadie.