martes, 28 de mayo de 2013

Bicho raro

En el colegio era lo que se conoce por un bicho raro. Dicho ahora queda hasta bien, decir que eras un bicho raro y tal, es como muy cool o hipster. Mola ser diferente y toda esa mierda, pero no, de niño no molaba nada. Nunca me juntaba con los niños "populares" de la clase, ni me invitaban a los cumpleaños (esto es algo que me sigue ocurriendo ahora, lo cual agradezco enormemente). Recuerdo a un niño, hijo de barrendero y por ello rechazado por el resto de niños hijos de puta, al que pegaban, vejaban y demás. Y no sé porqué a mi me daba por defenderle y más de una hostia recibí a cambio.
A ciertas edades es duro ser distinto. El niño quiere integrarse, quiere sentirse parte de un grupo y cuando ese grupo le rechaza, el niño sufre. Bueno, o eso creo, no recuerdo precisamente sufrir mucho por ello en aquella época. 

Todo esto viene a cuento de una pareja que me he encontrado hoy mientras paseaba. A los dos los conocía del instituto. Él y ella ambos hijos de papá, gente que vive en el centro de Villena (si vives en el centro de Villena eres como de una raza superior o algo así... y si además sales en las fiestas de Moros y Cristianos ya eres como un semidios). Y en ese momento al verlos se me ha escapado una sonrisa maléfica, incluso creo que se han dado cuenta. Una sonrisa de esas de... hostia puta, estos dos gilipollas están juntos, creo que me entendéis. Los dos paseando el carrito, sin tan siquiera mirarse a la cara. Gesto serio, de aburrimiento y hartazgo. Gesto de... bueno, esto es lo que hace todo el mundo y nosotros como ovejas del rebaño hacemos lo mismo. En su día, estos, como muchos otros que conozco, eran de pandillas de amigos pijos, de esos que han ido a coles de pago de monjas y curas. Todos cortados por el mismo patrón. No sigo la vida de ninguno de ellos, (no me importa la de mis amigos me va a importar la de esa gente), pero apuesto a que todos han seguido las directrices que desde pequeños les metieron en su diminuto y seco cerebro. Es curioso, en los institutos americanos el quaterback (o como mierda se escriba) es el que sale con la cheerleader puta suprema. Lo vemos en las pelis. Aquí, al menos en mi pueblo era algo parecido pero con los que jugaban al fútbol o fútbol sala, furbito para los amigos. Si jugabas bien al fútbol ya tenías mucho hecho con las niñas pijas. Si además eras popular, aunque fueras feo te asegurabas tocar al menos una teta de vez en cuando.

Tal vez por eso, mi peña de amigos raros como yo, en ocasiones nos apúntabamos a 24 horas de furbito, a ver si así las chicas nos veían jugar y pillábamos algo. Teníamos un gran equipo llamado los Chufiwikys, que en poco tiempo se hizo mítico en todas las 24 horas que se celebraban. No, no es que fuésemos los putos amos del balón, de hecho nos caían goleadas realmente bochornosas y lamentables. Éramos pa-té-ti-cos. Pero eso si, dábamos espectáculo como nadie. Quién iba a vernos se aseguraba risas, cachondeo, jugadores al borde del coma etílico, caídas, golpes... PURO ESPECTÁCULO el nuestro, y no el de la selección española. 

Pero el caso no es contar batallitas, el quid de la cuestión es que intentamos durante mucho tiempo de nuestra vida parecernos al resto. Intentamos siempre participar de algo colectivo, porque somos seres sociales y todo eso. No queremos sentirnos raros o marginados. Y cuando eres más joven te das cuenta de que no encajas y aún así quieres encajar. Quieres formar parte de ese grupo de chicos y chicas tan perfectos, tan amigos.
Pero con los años te das cuenta de lo contrario, de que ese grupo de gente es gilipollas,  por eso no encajabas con ellos. Y hoy al ver a esos dos he sonreído porque sinceramente he pensado: mira, al final los gilipollas acabaron procreando y llevan un pequeño futuro gilipollas en ese carrito. Y he seguido sonriendo un buen rato, pensando en que prefiero ser un bicho raro como cuando era niño. Que saber que hablan de mi porque no formo parte de ningún grupo, es algo que me encanta y que disfruto. Que no necesito ser el protagonista ni el que llama la atención en todas partes. Que ser oveja negra de la familia, el raro del trabajo, el antisocial de los amigos, y el chulo malote para quién no me conoce, es algo que quiero seguir siendo siempre. Mejor raro que gilipollas. Y orgulloso de serlo desde 1979.