lunes, 14 de abril de 2014

Por ahí no viene ni Dios (Conversación con un policía local)

Del creador de conversación con un guardia civil, ahora llega conversación con un policía local. 
Como mi espalda últimamente va a su aire y en cualquier momento me deja tirado, hoy me he llevado el coche para ir a comprar tabaco y algo de cenar. Aparco tan feliz en el centro de mi pueblo y me marcho al estanco. Al volver un policía local estaba mirando mi matrícula. Y me dice...

Policía local: ¿es suyo el coche?
Yo: Si.
Policía local: ¿No ha visto la señalización de que no se puede aparcar? Hay procesión...

Miro a ambos lados, y sinceramente, yo no veo a nadie y le digo: ¡Pero si no viene ni Dios!
¡Mala respuesta! su cara me lo ha dicho todo. Y eso que no me he dado cuenta del genial doble sentido de la frase que acababa de pronunciar hasta pasado un buen rato.

Policía local: Pues le estaba poniendo una multa.
Yo: Vale vale, ya me voy, calma.

¡Mal! lo de que se calmase le ha sentado como una patada en los huevos.

Policía local: A mi usted no me pida que me calme, yo estoy haciendo mi trabajo. Puede dar gracias de que no le multo.

Gracias a Dios, he pensado, pero no lo he dicho, lo he guardado para mi.

Yo: Gracias, pues ya me voy.
Policía local: Hay que mirar la señalización. ¿No ve que no hay ningún coche aparcado en toooooda la avenida?

He vuelto a mirar a ambos lados, y efectivamente, no había ni Dios. Pero solo lo he pensado, no he querido echar más leña al fuego. Aunque en esos casos no sé que me pasa que siempre hablo de más, y le digo que a mi un año ya me multaron por lo mismo.
El policía me ha mirado otra vez mal, por un momento he pensado que me acababa poniendo la multa. Pero si me la hubiera puesto he pensado, bah!, una multa de aparcamiento es una mierdecilla al lado de las que me puso la DGT en alianza infernal con el Ayuntamiento de Alicante. Y entonces he vuelto a pensar, hostias, si este tío supiera los puntos que me han volado en pocas semanas flipaba. Y aunque he estado tentado de comentárselo, he pensado que mejor no, lo mejor era irse.

Al entrar en el coche, porque todo ese último párrafo lo he pensado abriendo la puerta y subiendo, se me ha caído la cartera y el tabaco al suelo, y entonces he dicho, me cago en Dios.
¡Mal! ¡Mal! ¡Muy mal! ¿Me he cagado en Dios mientras casi me multaban porque pasaba una procesión? Y entonces me he reído al pensarlo, pero enseguida me he puesto serio al ver la cara del poli, dos frases más y me hubiera sacado la porra. Así que he arrancado, he puesto Band of Skulls a todo volumen, y he pensado, mira, al menos he pasado una tarde distinta. 

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