martes, 26 de marzo de 2013

El cliente siempre tiene la razón


Hay muchos tipos de clientes, pero creo que se pueden dividir en dos bandos: los que confían en el diseñador y los que no. 
No es bueno generalizar, pero dentro de esos dos grupos podríamos hacer infinidad de subgrupos. Están los que pasan de todo y aceptan lo que les presentes, los que son puntillosos y tiquismiquis hasta acabar con tu paciencia, los cabrones que dicen que eso lo hace su sobrino con el fotosoc*, los que quieren que el diseño sea de tal color porque es el color favorito de su mujer y un largo etcétera que no voy a nombrar porque resulta aburrido.

Mi último cliente ha sido de Holanda. Es de los mejores clientes que he tenido, pero también de los que piden cambios y cambios y cambios, hasta que llegado un momento llegué a decirles que ya no quería que me pagasen en euros, sino en porros en algún coffee shop de por allí.

Y porqué os cuento esto? Simplemente porque este tipo de clientes son los que acaban estropeando (estropear es mucho decir, pero casi) un buen diseño. 
Imaginad que vais al médico porque os duele la rodilla. El médico os dice que tenéis un esguince y que os la va a vendar. Pero entonces vosotros, en un alarde de conocimiento, le decís al médico que no, que en vuestra opinión es mejor que os la escayole. El médico que os ve la cara de gilipollas y no tiene ganas de discutir porque es hora de irse a casa a comer, os la escayola, al fin y al cabo es vuestra rodilla. Pero entonces cuando ya estáis con la pierna más tiesa que el miembro de Nacho Vidal os dais cuenta de que no os resulta cómoda. Así que le pedís al pobre médico que mejor os ponga una venda. El buen doctor, que desde el principio ya sabía que eso iba a pasar, os vuelve a quitar la escayola y os pone la puta venda. Y cuando ya la tenéis vendada por fin, ahora le decís otra vez que no, que mejor una rodillera... Y así en un bucle infinito capaz de producir una reacción en cadena que seguramente desarticularía el continuo espacio-tiempo y destruiría todo el universo (Emmet Brown dixit).

Cual es la conclusión de todo esto? Es bien sencilla, que cada uno se dedique a lo que sabe. El otro día arreglé el faro de mi coche y no le dije al mecánico como arreglarlo, simplemente porque no tengo ni puñetera idea.
Así que querido cliente es mejor que te dejes aconsejar por un profesional. Puede que el color rojo sea tu preferido o el de tu santísima abuela, pero eso no significa que tengas razón al decirme que se lo ponga a ese diseño. Quién mejor sabe como puede quedar soy yo, que para eso estudié diseño y me saqué un maravilloso título. ¿O acaso si te operan del corazón le vas a aconsejar al cirujano que costilla debe romperte? Pues en esto es lo mismo, respeto tío, respeto! El resultado siempre será mejor si dejas que un profesional haga su trabajo sin que tú lo entorpezcas. Piénsalo, aunque muchas veces pedir que un cliente piense sea mucho pedir.



*El Fotosoc es una herramienta de diseño que utilizan habitualmente los hijos, pero sobre todo los sobrinos de los clientes. Y lo hacen muy bien y gratis.