miércoles, 30 de julio de 2014

La relatividad de tu mierda

Quería escribir sobre lo de siempre. Sobre el amor que te duele como un puñetazo justo ahí... Sobre el odio a éste o aquel hijo de puta, ese odio que cada día me lleva más al lado oscuro. Sobre mi cabreo con el mundo, que alguien desconocido definió perfectamente. Sobre la desestructurada relación con mi familia. Sobre mis calamidades y aventuras, a cual más rocambolesca. Sobre mi punto, el último que me queda de quince. Sobre las vacaciones. Sobre la frustración, sobre la paciencia. Sobre el sexo. Incluso sobre cosas tontas, como mis sueños, algunos buenos donde me encuentro sentado en una butaca y estoy feliz, y otros con los que me despierto temblando al borde del vómito. Me gustaría escribir sobre mi coche, sobre sus manchas, su olor. Sobre el olor y los colores, sobre a que color huele ella. Sobre el caos, el desorden... en definitiva, sobre mis mierdas, que de eso trata este blog.

Pero no lo haré, porque todo es relativo. Y me parece simplemente de ser un idiota hablar y pensar en mis penas cuando en Gaza está muriendo tanta gente. Tanto niño inocente. No me puedo creer que esa barbarie se consienta. Y si al gilipollas al que odio le aplastaría la cabeza con el monitor*, hasta hacer una pasta de sesos, cráneo y sangre, de color Pantone 177 C, no puedo decir lo que les haría a los gobernantes de Israel. No puedo creer que alguien pueda ser tan hijo de puta como para matar niños de ese modo. Y no puedo creer que nadie, absolutamente nadie, intervenga para detener ese genocidio. El que calla da la razón, y aquí todos los países se están callando. Me da asco este mundo, asco el ser humano. El otro día alguien mataba cucarachas en el curro, y probablemente esa cucaracha era más humana y mejor persona, que el tonto que la mató. Ojalá pudiéramos irnos a otro puto planeta, sin humanos. Ahí sería más feliz. 

Así que no puedo decir que esté jodido. Lo mío es un problema tan ínfimo que debería darme vergüenza hablar de ello. Los problemas están en Gaza, en Irak, en Sierra Leona, o en tu propio pueblo donde hay gente que pasa hambre y pobreza incluso teniendo trabajo. Los problemas del alma, también son importantes y duelen, pero no son comparables a niños muertos, que no parecen importar a nadie.

*El asterisco junto a lo del monitor. Joder, no soy tan capullo. Nunca aplastaría la cabeza de nadie con el monitor. No soy un animal. Un monitor vale pasta. Lo haría con mis puños o con una piedra.

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